El Ojo Ajeno | INVITACIÓN: EPITAFIOS, Ocho Moradas Limeñas

La fotógrafa Gladys Alvarado presenta "Epitafios: 8 moradas limeñas" que se exhibirá del 23 de agosto al 15 de setiembre en la Galería El Ojo Ajeno (Av 28 de julio 815, Miraflores). La muestra reune une serie de fotografías que reflejan un estudio sociologico arquitectónico realizado por la fotografa donde se entra en distintas realidades y complejas manifestaciones culturales. Esto lo sabe retratar desde la estética de su cámara y un delicado trabajo de edición.




Sobre la muestra:
Extracto del ensayo "Ni sepulcros ni resurrecciones" de Víctor Vich.
¿A dónde conducen esas escaleras abandonadas?  Ruinosas y en el olvido, estas casonas del Centro de Lima no son la imagen del pasado agonizando sobre sí mismo.  Son, por el contrario, la prueba de una ciudad que ha optado por ocultar sus residuos y por desentenderse de sus propios impases.  Estas fotografías parecerían afirmar que ahí, en esos restos, en esos lugares, es donde encontramos el signo más claro, no de la identidad de lo que fuimos, sino, más bien, de aquello en lo que nos hemos convertido en la actualidad.  El presente, así, no es la alteridad del pasado.  Es simplemente, su máscara más astuta.
Quinta Rincón del Prado (1762)

Entre los jirones Humalíes y Manuel Prado, a espaldas del Monasterio del Prado y sobre un presumible promontorio prehispánico, el Virrey Amat levantó una singular residencia para “La Perricholi”.  Dentro del espíritu del estilo rococó que domina la quinta, se observan detalles muy bien logrados y exquisita pintura mural en muchas de sus habitaciones.

Declarado monumento nacional desde 1972.

Manuel Ugarte, en Lima Incógnita, describe así la casona cuando la visitó en 1975: “tiene este palacete campestre graciosa alzada y planta en forma de H, con los extremos delanteros cortos y terminados en ochavo (...).  Construido sobre un terraplén, tal vez alguna antigua huaca, tiene ante la fachada principal una terraza con los restos de lo que debió ser vistosa escalinata de acceso (...) se dice estaba ornamentado con estatuas y macetones decorativos, muy a lo Versalles”.

En sus interiores, “dos grandes estancias: el salón o cuadra para recibo y comedor, ocupan la parte central del palacete, comunicados por hermosas puertas, entre sí y al exterior.  Del lado izquierdo (...) un teatrín, milagrosamente intacto, con su pequeño escenario, columnas y arco de bocaescena, y reducido “patio de butacas” como para pocos espectadores”.

Cuando llegué a fotografiar la Quinta, el teatrín ya había desaparecido incendiado. No tengo ningún registro de él.

Edificio El Buque (Siglo XIX)

En la esquina de la calle Suspiros, formada por los jirones Cangallo y Junín, cerca a la Piedra Horadada, se levanta este inmueble de 3 niveles, innovador para la época, único en Barrios Altos.

Al parecer, en un inicio fue una amplia casa patio, que luego se convertiría en vivienda colectiva con galería corrida hacia el exterior del tercer nivel, desde la que se acceden a las pequeñas unidades de vivienda.

Declarado Monumento Nacional desde 1988, se encuentra dentro del área que la UNESCO declaró como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1991.

El Buque es de propiedad privada y carece de condiciones de habitabilidad. El Buque tiene 70 unidades inmobiliarias independizadas para albergar a 70 familias con un promedio de 350 personas.  Actualmente viven 15 familias sumando unas 75 personas.

Casa de la Columna (Siglo XVI)

El Convento Nuestra Señora del Rosario fue uno de los primeros que se establecieron en la Ciudad de los Reyes, abarcando una amplia manzana  del doble de área de una promedio, en la que llegaron a existir 8 claustros y patios.  En algún momento entre las celdas en torno a los gruesos pilares y recios arcos de ladrillo del Patio de los Conversos y parte del Claustro de la Enfermería, se establecieron modestas viviendas que su humilde condición contrastan con la exquisita calidad constructiva y estética de este inmueble como lo atestigua la notable portada del Claustro de la Enfermería, ejecutada en ladrillos moldeados con amplia venera en su derrame, todo ello dentro del estilo rococó imperante en el siglo XVIII.

Monumento Nacional desde 1972, ubicada en Conde de Superunda, dentro del área declarada como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1991.

En el inmueble viven 54 familias.



Molino de Santa Clara (circa Siglo XVI)

Su historia se remonta al siglo XVI.  El paso del río Huatica por allí hizo que se construyeran varios molinos.  El hospital de Santa Ana era el propietario de este molino y lo utilizaba para la fabricación del pan para sus enfermos.

Pasó por varios propietarios hasta que en el siglo XIX pasó a propiedad de una familia de inmigrantes italianos.

En 1845 llegó al Perú el inmigrante italiano Luis José Rainuzzo, trayendo una fortuna que invirtió acá.  En 1865 compró el antiguo Molino de Santa Clara, lo restauró y amplió sus instalaciones.  Pero lo más importante fueron los detalles arquitectónicos que incorporó a la gran casona, importando gran parte de ellos de la ciudad de Florencia.  Además de revestir escalera, columnas y otros espacios del molino con mármol de Carrara, la fachada fue adornada con 18 esculturas de mármol de buena factura (firmadas por el escultor florentino Casoni) y que hoy se encuentran diseminadas en diversos lugares de la ciudad.

Cabe destacar que durante la guerra con Chile, el Molino sirvió de refugio a muchas familias durante la Ocupación de Lima, ya que sus propietarios izaron la bandera italiana para defenderse del invasor.

Declarado monumento en 1973.

Hoy viven unas 20 familias de escasos recursos y en un ambiente del primer piso funciona un taller de metal mecánica.



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