EL COMERCIO | Los acantilados de la CostaVerde ya no serán intangibles

Cuando se construyó el circuito de playas de la Costa Verde en los años sesenta, los limeños de entonces soñaban con extensas playas, escasos edificios e incluso que esta vía garantizaría una ciudad sin tráfico. Fueron demasiado optimistas.

Desde entonces la visión urbanística de la Costa Verde tuvo idas y venidas hasta que en julio del 2010, durante la gestión de Luis Castañeda Lossio, se decidió priorizar el paisaje natural: la Ordenanza 1414 declaró intangibles los acantilados.

Ahora una vez más los planes para la Costa Verde están por cambiar pues, según Aldo Prieto, gerente de la Secretaría Técnica de la Autoridad del Proyecto Costa Verde (APCV), los acantilados dejarán de ser intangibles.

“Todos los alcaldes de la Costa Verde nos piden que cambiemos la Ordenanza 1414. En realidad, hasta el año 2009 Castañeda tenía la idea de construir en los acantilados. Nosotros no vamos a hacer nada al estilo de la gestión anterior, que pone una ordenanza para declarar intangible todo y se acabó, porque esa no es la realidad. La Costa Verde tiene un potencial impresionante”, afirmó.

La Ordenanza 1414 se dio a raíz de la invasión de las playas y acantilados de Barranco con construcciones irregulares. Permite solo proyectos de inversión pública de infraestructura vial y protege el paisaje natural.

Prieto informó que desde abril se realiza el estudio de peligros, riesgos y vulnerabilidad de los acantilados, luego del cual se modificará la norma.
“Con el estudio, que tardará tres meses más, podremos decir: aquí puedes hacer algo, pero aquí no”, explicó.

Prieto afirma que la experiencia de Larcomar podría ser reproducida.
“Larcomar se ha convertido en uno de los lugares más visitados del Perú. Es una potencial puerta de ingreso para el concejo [de Miraflores]. Entonces, por qué Magdalena o San Miguel no podrían pensar en algo así”, dijo.


ALCALDES DE ACUERDO
La modificación de la Ordenanza 1414 se viene discutiendo desde hace meses con la APCV y cuenta con el apoyo de los alcaldes. Es el caso de Jorge Muñoz de Miraflores. “Yo creo que hay que usar los acantilados racionalmente y con seguridad. La ciudad no se debe paralizar”, dijo.

Lo mismo opina Salvador Heresi, alcalde de San Miguel. “Es importante mirar los buenos ejemplos de inversión privada en la Costa Verde como Larcomar”, señaló.

Voceros del Concejo de Magdalena indicaron que, de concretarse la modificación, esperan tener un centro comercial que mire al mar. 


Jéssica Vargas, alcaldesa de Barranco, indicó que si bien está de acuerdo con la modificación de la norma, no desea más construcciones en su distrito. “Los acantilados están saturados con construcciones ilegales. Nosotros buscamos una visión paisajista”, afirmó. 

ÚLTIMO ESPACIO DE PASEO
¿Es una buena idea construir en los acantilados de la Costa Verde? ¿El talud puede resistir más estructuras?

El ingeniero Luis Vargas, especialista en estructuras y profesor de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), refirió que a pesar de ser costoso es posible levantar cualquier tipo de estructura en un acantilado.

“Aunque requiere de técnicas avanzadas, sí se puede construir. Pero yo lo considero un alarde de ingeniería. Yo no recomendaría más estructuras en la Costa Verde por los riesgos en caso de sismo”, comentó.

Zenón Aguilar, subdirector académico del Centro Peruano-Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (Cismid), advirtió que en caso de tsunami estas nuevas edificaciones se verían afectadas.

“No olvidemos que los acantilados son una barrera natural ante un tsunami”, comentó.
Hasta comienzos del siglo pasado, Lima era bordeada por un acantilado de 22 km. Fue recién en los años sesenta cuando se consiguió ganar terreno al mar con relleno que se extrajo de la construcción de la Vía Expresa del Paseo de la República. Así nació el circuito de playas de la Costa Verde.

Un lugar que, para el arquitecto Miguel Cruchaga, hoy forma parte del paisaje limeño.
“La Costa Verde es uno de los pocos espacios de paseo que nos quedan. En este momento tenemos un paisaje precioso que es el contacto entre la tierra y el mar. Si empezamos a llenarlo de manchas, costras de edificios, arruinaremos su belleza y crearemos más tráfico. Larcomar es un lugar simpático pero robó un parque y ahora está lleno de taxis y vendedores”, comentó.


Diario El Comercio
Domingo 8 de Julio del 2012

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